El licenciado Jorge colina analizó en Otrosambitos (Radio Pop 96,1) el informe semanal del Instituto para el desarrollo social y dijo que con el dólar fijo, el tipo de cambio real se está apreciando al ritmo del aumento de los precios y los salarios Desde el punto de vista macroeconómico se va esfumando uno de los pilares de la recuperación: la devaluación.
Desde el punto de vista social, subsisten algunas de las secuelas más negativas, como es el deterioro del poder adquisitivo de los trabajadores informales. Fomentando genuinamente la competitividad se puede evitar una nueva devaluación y sus impactos regresivos.
Mas allá de las manipulaciones sobre los índice oficiales, el proceso inflacionario sigue siendo intenso. En la medida que aumentan los precios, lógica y legítimamente aumentan las demandas por incrementos salariales. Si el valor del dólar se mantiene estable, los precios y los salarios medidos en dólares aumentan. Esto es lo mismo que decir que se deteriora el tipo de cambio real. Cuando esto ocurre, la producción argentina se encarece, haciendo más difícil la competencia con productores de otros países. La falta de de competitividad genera riesgos de pírdidas de puestos de trabajo.
¿Cómo están hoy los precios y los salarios medidos en dólares en Argentina? Lamentablemente, los datos oficiales, que deberían ser la herramienta para monitorear estas tendencias, están severamente cuestionados. De todas formas, aun cuando estín subestimando los verdaderos precios, muestran evidencias interesantes. Según datos del INDEC:
• Precios medidos en dólares de productos básicos como azúcar, arroz, pollo, manteca, aceite y huevos son en febrero del 2008 apenas un 14% inferior al 2001.
• Precios medidos en dólares del cuadril, paleta, bife, carne picada, nalga y hamburguesas son en febrero de 2008 un 5% más baratos que en 2001.
• Salarios medidos en dólares de los trabajadores formales a finales del 2007 son un 20% inferior y el de los trabajadores informales son aproximadamente un 34% inferior a los que prevalecían en el 2001.
Estos datos dan señales claras de que los precios de los bienes básicos recuperan el nivel previo a la devaluación. Como en las mediciones del INDEC se subestima el verdadero precio de los bienes, es de suponer que la apreciación es mayor a la que la información oficial sugiere. Mientras tanto, la recuperación de las remuneraciones es más modesta, especialmente, entre los segmentos más vulnerables como los trabajadores informales.
Desde el punto de vista macroeconómico, aun cuando los precios y los salarios medidos en dólares superen en el 2008 los niveles que tenían en el 2001, no necesariamente implica que las dificultades que enfrentan los productores nacionales sean mayores. Por un lado, hay que tener en cuenta que el dólar del 2008 está mucho más depreciado que el dólar del 2001. Consecuentemente, aunque los precios argentinos estín altos en tírminos de dólares, todavía son relativamente bajos en tírminos de Reales y Euros. Por otro lado, los precios internacionales de las exportaciones argentinas en el 2008 son 3 veces más altos que los observados en el 2001. Esto implica que hay mayores posibilidades de generación de riqueza dentro del país. Sin perjuicio de esto, no hay que perder de vista que las condiciones excepcionalmente favorables actuales (como las excepcionalmente adversas que se presentaron antes de la crisis), generalmente, son fenómenos transitorios.
Desde el punto de vista social, el panorama es más delicado. En el segmento de los trabajadores formales ya se estarían superando los efectos regresivos de la devaluación. Sin embargo, entre los trabajadores informales subsiste un retraso muy importante. Los precios en dólares de los consumos básicos, que son los preponderantes entre la población que trabaja de manera informal, han alcanzado o están muy cerca de alcanzar los niveles del 2001, pero las remuneraciones de esas personas, medidas en moneda dura, están todavía un tercio abajo. Así, se observa una persistencia de la pírdida de poder adquisitivo de los trabajadores informales que, en su gran mayoría, engrosan los bolsones de pobreza. Estas evidencias deben ser tomadas en cuenta a la hora de pensar en cómo proseguir el proceso de crecimiento. Nuevas devaluaciones van a generar una nueva pírdida de poder adquisitivo a esta población. Con crecimiento genuino de la productividad van a recuperar el nivel real de sus ingresos.
El contexto internacional excepcionalmente favorable es la oportunidad para buscar fuentes genuinas de competitividad. En lugar de pensar en reducir costos “licuando” las remuneraciones, es fundamental fijar reglas que hagan más productivo y eficiente el trabajo nacional. Con más productividad, el aumento de salarios no es una amenaza para la competitividad. Para ello es urgente y prioritario un cambio en los contenidos y orientación de la agenda de políticas públicas. En lugar de caer en la tentación nostálgica de reproducir obsoletas normas laborales y modalidades de organización de la economía –controles de precios, estatizaciones, impuestos distorsivos– hay que buscar esquemas modernos que brinden mayor eficiencia económica y eficacia social.
Fuente: otrosambitos.com.ar