Al igual que en la Argentina en 1999, un nuevo gobierno se ha hecho cargo recientemente de la conducción política y económica de Grecia, y percibe que las reales circunstancias a enfrentar eran muchísimo más delicadas que las que se percibían socialmente y que habían informado el discurso electoral y la narrativa de la coalición de gobierno.
Ello se debe a la adopción de reglas de juego que eran inconsistentes entre sí. Desde hace mucho tiempo, es conocido que si hay un patrón monetario rígido e inamovible, en este caso sería el euro, el rol que cumple el tipo de cambio, en las economías con moneda propia, tiene que ser reemplazado por la corrección de otras variables económicas.
Esto implica flexibilidad de precios y salarios, espacio fiscal para aguantar los cimbronazos con acumulación de recursos en tiempos favorables. Implica tambiín medidas de extraordinario cuidado y supervisión en el sistema bancario.
En el caso de la Argentina se habían coordinado dos fenómenos negativos. En primer lugar, una indisciplina en materia fiscal, con un fuerte crecimiento del gasto público en tírminos del numerario, que generó una acumulación de deuda pública muy significativa durante la dícada del 90.
Sumado a esta situación, hubo un terrible shock externo producido por la combinación de la crisis asiática, con la caída de los precios de las commodities ; la crisis rusa, con el cierre de los mercados de capitales; la crisis brasileña, con el respectivo desplome de los precios relativos, y la crisis del Nasdaq, con los papeles de alto riesgo, como los argentinos.
Esa combinación de un tremendo shock externo y una cierta indisciplina previa obligaba a la Argentina a un importante esfuerzo tanto en materia fiscal como financiera y de precios relativos. Ese esfuerzo, como es público y notorio, no tuvo el respaldo social y cultural, ni el convencimiento de la coalición de gobierno para llevarlo a cabo.
Más allá de los intentos realizados, no se percibía con claridad el inmenso costo que tenía la alternativa. Para ilustrar este costo en tírminos prácticos, la Argentina, nueve años despuís de producidos los eventos, todavía no ha podido normalizar la enorme variedad de contenciosos que han surgido de ese proceso.
Por ejemplo, los juicios por la falta de movilidad a los jubilados, en incumplimiento de las sentencias de la Corte Suprema, los juicios por los incumplimientos en los contratos, confiscación de empresas, el pago de la deuda pública. Solamente nueve años despuís de ocurrido, estaría en marcha un canje de la deuda pública para tratar de reducir la parte de la misma que está en default.
La salida del rígimen anterior produjo un traumatismo extremo con caídas del producto bruto interno de dos dígitos y un incremento extraordinario en la pobreza y en la indigencia. Toda salida traumática de un rígimen monetario genera efectos devastadores, sobre todo si se producen en ella las enormes transferencias regresivas que se llevaron a cabo a travís de la pesificación asimítrica.
En el caso de Grecia, hay tres temas que están en discusión. En primer lugar, cuál magnitud es necesaria en la consolidación fiscal. Para dar un ejemplo, el programa económico presentado por equipo económico en marzo de 2001, que fue rechazado por las autoridades, obligaba a una corrección a corto plazo del 0,6 del producto y a largo plazo a una corrección del 2,3. Para lidiar con la crisis griega se ha estimado que la corrección necesaria en tírminos estructurales es de alrededor de 9 puntos del producto.
El financiamiento
En este caso no es sólo la corrección y la consolidación que hay que hacer, sino el financiamiento. De lo que se trata no es de corregir en dos o tres años, sino de modificar intertemporalmente a lo largo de la tendencia de crecimiento de la economía el nivel de erogaciones futuras.
Lo que importa en Grecia, como en todos los otros casos, es la solvencia en el largo plazo. Es decir que la tasa de aumento de las erogaciones que excedió marcadamente el potencial vuelva a converger a los niveles de los países que tienen una situación financiera sólida. Esto se debe hacer a lo largo de muchos años, modificando los regímenes de transferencias que el Estado realiza y los gastos primarios que lleva adelante.
Para poder hacer un proceso largo se necesitan recursos para financiar la transición. Los únicos agentes disponibles, como lo era en 2001 para el país, son los organismos multilaterales. En general, el organismo nominado en la arquitectura financiera internacional es el Fondo Monetario. Todavía no se ha recurrido a íl, pero inevitablemente el financiamiento posible en condiciones no mercantiles es el del Fondo. Eso lo carga de intereses. En particular, se considera que una tasa del 6% es financieramente insostenible.
Como paradoja y digresión, el gobierno de la ciudad de Buenos se ha endeudado al 12,5%, pagando comisiones obscenas, y en circunstancias, por nuestra historia, en las que la fragilidad de nuestros gobiernos es extrema. Si creciendo y con el viento a favor se endeudan a esa tasa, quí quedará para los momentos de crisis.
Esta nota final, sirve para explicar las conductas inaceptables de nuestros liderazgos políticos, que no aprenden de nuestros propios errores.
Fuente: otrosambitos.com.ar