El Papa Francisco llegó a Brasil en su primer viaje internacional desde su elección en marzo y pidió abrir espacios para los jóvenes en tiempos de creciente desempleo y descontento social. El Pontífice causó furor al recorrer el centro de Río de Janeiro en un modesto automóvil que fue cercado por decenas de personas, en escenas de confusión que expusieron los riesgos de seguridad de su estilo informal.
Francisco será esta semana el protagonista de la Jornada Mundial de la Juventud, un festival de misas y peregrinaciones para promover la evangelización que podría atraer a más de 1,5 millones de católicos de todo el mundo.
"La juventud es la ventana por la que el futuro entra en el mundo", dijo el Papa en un discurso ante la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, en el palacio del gobernador de Río de Janeiro. "Y por eso nos impone grandes desafíos".
"Nuestra generación se demostrará a la altura de la promesa contenida en cada joven cuando sepa abrirles espacios", añadió.
Más temprano, en el avión que lo llevaba a Brasil, Francisco marcó el tono de su discurso al declarar a periodistas que temía una generación perdida de jóvenes por culpa del desempleo.
El Papa aterrizó en el país con más católicos del mundo aún convulsionado por masivas protestas contra la corrupción, malos servicios públicos y los gastos excesivos en los preparativos de eventos como la Copa Mundial del 2014 y los Juegos Olímpicos del 2016.
En su discurso de bienvenida, Rousseff por su parte destacó los avances sociales que sacaron a 30 millones de brasileños de la pobreza en la última dícada de bonanza económica, pero aludió tambiín a las manifestaciones que han desplomado su alta popularidad.
"Sabemos que podemos encarar nuevos desafíos y volver nuestra realidad cada vez mejor", dijo. "Ese fue el sentimiento que movilizó en las últimas semanas a centenares de miles de jóvenes a salir a las calles", añadió.
• Euforia
Francisco fue saludado por miles de brasileños en su trayecto en automóvil desde el aeropuerto hasta la catedral de Río de Janeiro, en el centro de la ciudad.
Pero su vehículo fue acosado por decenas de personas, que intentaron tocarlo y tomarle fotos con celulares. Por momentos los fieles bloquearon el avance de la caravana del pontífice, poniendo visiblemente nerviosos a sus guardaespaldas.
El Papa, quien desde su elección en marzo ha rechazado el lujo y la pompa de sus predecesores, se ha negado a usar vehículos blindados en sus desplazamientos por Río de Janeiro, que incluyen una visita a una favela.
Las autoridades han movilizado a más de 20.000 soldados, policías y agentes de seguridad para evitar sorpresas.
Y aún así la policía militar dijo a Reuters que una bomba casera de escaso poder explosivo fue descubierta durante el fin de semana en el baño de un estacionamiento cerca del Santuario de Nuestra Señora de Aparecida que será visitado el miírcoles por Francisco.
El explosivo fabricado con un tubo plástico fue detonado por agentes de seguridad. No quedó inmediatamente claro si estaba relacionado con la visita del Papa.
Algunas protestas ya fueron programadas durante la visita de Francisco, principalmente por feministas, grupos de derechos de homosexuales y otros que desaprueban las doctrinas sociales de la Iglesia Católica.
El primer viaje internacional de Francisco busca revitalizar a la Iglesia en Amírica Latina, un bastión donde el catolicismo está crecientemente bajo asedio del secularismo y el agresivo avance de los evangílicos.
Francisco fue elegido para intentar pasar la página de una serie de escándalos sexuales y financieros que han deteriorado su imagen de la Iglesia y alejado a muchos fieles.
Y en los cinco meses desde que sucedió a Benedicto XVI como líder de los católicos, conquistó a muchos con su estilo simple, y su llamado a una Iglesia más comprometida con los pobres y la justicia social.
El ambiente en las calles de Río de Janeiro era festivo. Miles de jóvenes peregrinos, muchos llegados de países vecinos y algunos desde lugares tan remotos como Filipinas, confluyeron el fin de semana en el paseo marítimo de Río de Janeiro y aguardaron pacientemente en interminables filas para visitar atracciones turísticas como el Cristo Redentor.
Durante la semana, Francisco tiene programado visitar el santuario de Aparecida, oficiar una misa gigante en la playa de Copacabana y otra en una zona rural en las afueras de la ciudad.
Rousseff propuso al Papa unir fuerzas para combatir la pobreza y el hambre en los rincones más pobres del mundo. Francisco asistió con la cabeza. "No tengo oro ni plata, pero traigo lo más precioso que me dieron: Jesucristo", dijo Francisco llegado su turno. "Vengo en su nombre, para alimentar la llama de amor fraterno que arde en cada corazón".
Fuente: otrosambitos.com.ar