El economista Agustin Monteverde dijo en Otros Ambitos (Pop radio 96,1) que hay que reacomodar precios relativos para solucionar esta situación Tambiín dijo que sufrimos un feroz atraso cambiario, en el punto de superar el de diciembre de 2001 y convertirse en el segundo mayor de la historia argentina La segunda se refiere al futuro. Todo tiene su final: en el horizonte próximo, para nada lejano, vendrá una devaluación, quienquiera sea que gobierne. Hasta el ciudadano más desinformado sabe que estamos ante una estabilidad transitoria y un paisaje de utilería. No se puede sostener más allá de un corto plazo el desequilibrio creciente que significa una inflación —por ahora— de 30 % anual, gasto al 50 %, tipo de cambio oficial ajustándose al 11% y blue amordazado. La enfermedad argentina ha desplazado a la holandesa; a este ritmo, ni siquiera soja podremos exportar.
Entender cómo se logró la tregua cambiaria es indispensable para poder discernir lo que podrá ocurrir de aquí en más. En primer lugar se montó un mecanismo de subsidio a la salida de capitales por vía del rígimen de dólar ahorro. Las ventas por esa vía se efectúan a un precio vil —es decir, por debajo del valor de mercado— con el objeto de enfriar el mercado marginal. Con la conjunción del cepo y el dólar ahorro, el estado ha generado un circuito de ganancias en negro mientras se priva de divisas al ciclo productivo. Este drenaje continuo de reservas requiere para su sostenimiento de un endeudamiento creciente, a tasas exorbitantes.
Hubo otra medida que permitió distender el mercado cambiario en los últimos meses. Consistió en ofrecer una bicicleta financiera con aparente riesgo cero y rendimientos sin precedentes. Para aquellos dispuestos a tomar posiciones en pesos, el estado ofrece retornos que van desde 27 % anual (LEBAC) a más de 30 % (BONAC). El rendimiento en dólares no tiene rival en el mundo si consideramos que la tasa de devaluación camina a un ritmo de apenas 11 % a 12 % anual. Si esto no fuera suficientemente convincente, el Banco Central ofrece seguros de cambio a una tasa implícita de 15,5 %. Un spread de al menos doce puntos en dólares. Una bicicleta disparada a toda marcha, cuesta abajo.
A contramano de muchas explicaciones que a diario se dan, no fue la represión policial lo que calmó al dólar. Esos analistas deberían echarle un vistazo urgente a algún manual de introducción a la economía: las trabas y controles nunca tienen efectos bajistas, lo que sí hacen es quitar transparencia al mercado. Nada más. Habiendo identificado las variables que lograron calmar el mercado, podemos ahora conjeturar con fundamentos acerca de su posible evolución. Lo primero que corresponde advertir es que, si el gobierno lograse acceder nuevamente a fondeo en moneda extranjera, la llegada sin tropiezos mayores a octubre estaría asegurada. Pero si íse no fuera el caso, el trance no será fácil.
Fuente: otrosambitos.com.ar