Para la consultora EcoGo, en tanto, “la inflación de mayo fue del 1,3%”, según remarcó Juan Ignacio Paolicchi, quien analizó: “Alimentos creció por encima, en torno al 2%, traccionado en gran medida por una mayor demanda en términos relativos con respeto a otros bienes. Es un cambio de precios relativos, con una demanda que se orienta a ese segmento de consumo, en detrimento de bienes o servicios vinculados con el ocio o el esparcimiento, por ejemplo. Alimentos va por encima del nivel general, también producto del corrimiento del tipo de cambio, que de a poco va encareciendo los bienes transables y va impactando sobre la demanda de alimentos, que es donde hay mayor margen para mover los precios. De todas formas, todavía siguen los controles de precios, y eso aplaca los niveles de inflación, aunque se trata de una medida a corto plazo”.
Algo más alta es la previsión de la consultora LCG. “Para mayo esperamos un 1,8%, nuevamente impulsado por alimentos. Aunque hubo pocas subas de precios en las cadenas de supermercados, sí se registran incrementos en comercios de cercanía y distribuidoras”, señaló Guido Lorenzo, socio de la firma.
Hacia adelante
De cara al futuro próximo, los analistas sostuvieron que podría registrarse una aceleración en la inflación. Aunque, remarcaron, depende de diversos factores. “A medida que la cuarentena se vaya levantando, muchos negocios que no pudieron abrir probablemente tengan cierto incentivo a incrementar precios, porque han quedado rezagados con respecto a otros precios. Básicamente, los alimentos han ido creciendo sostenidamente en estos meses de cuarentena. Lo que vemos es que la inflación va a volver a niveles más acordes a los que venía teniendo previamente, léase entre 2,5% y 3%, en los próximos meses. Cómo va terminar en el año es difícil de mensurar, pero creemos que puede estar entre 45% y 50% de piso. Después hay muchas variables de política económica, que faltan aclarar, y hay que ver cómo sale la Argentina de la pandemia, pero se volvería a acelerar”, sostuvo Jorge Neyro, de ACM.
“Mientras estemos en esta situación de confinamiento, el dinero circula lento, la actividad se deprime, por lo tanto hay muy bajo riesgo de aceleración en el cortísimo plazo. Pero sí hay mucho riesgo cuando se mira hacia adelante, en una eventual salida de la cuarentena, con un mercado inundado de pesos y la necesidad de corregir el tipo de cambio nominal, sumado a la brecha y que las tarifas se vuelvan a alinear, al igual que los combustibles. Todo ese combo da sensación de una inflación reprimida y que hay que ver cuál es la estrategia del BCRA para enfrentarla. Pero para tener una estimación precisa de a cuánto puede llegar, dependerá de cuánto dure la cuarentena básicamente”, agregó Lorenzo.
Para Paolicchi, el resultado de la renegociación de la deuda será fundamental para la inflación futura: “Va a determinar en gran medida qué tanto se pueden sostener estos controles cambiarios tan estrictos que, de seguir en el tiempo, puede tener impacto sobre la inflación. Porque se bloquea el acceso al mercado oficial de divisas y los fijadores de precios empiezan a ver el CCL o el dólar paralelo en lugar de mirar al oficial, porque sus importaciones, las compras de mercadería, se tienen que valuar al costo de reposición. Entonces, si los controles se mantienen en el tiempo, en un contexto de emisión fuerte, sumado al relajamiento de la cuarentena, va a haber presión cambiaria. Y si la deuda no se arregla, va a haber un combo complicado. Si la renegociación sale bien, se va a poder relajar la economía gradualmente, absorber esa liquidez excedente, levantar las restricciones cambiarias tan estrictas (no el cepo, sino las últimas medidas) y el impacto sobre la inflación puede ser menor”.
“Entendemos que en los próximos meses la inflación se va a acelerar, en parte por la normalización de la economía, por el desarme de la cuarentena. Después, un dato no menor, es lo que fue la última medida del Banco Central de mandar a muchas empresas al Contado con Liquidación para importar”, aseguró Rajnerman, de Ecolatina, quien concluyó: “Las empresas valúan en base a los costos de reposición, es decir: cuánto le cuesta reponer la mercadería que están vendiendo. En ese marco, un dólar comprado en el mercado oficial sale $70, más o menos, y un dólar CCL, está en torno a los $120. Entonces, a partir de ahora la brecha va a tener un mayor impacto en los precios.”