Dilma Rousseff fue reelecta como presidenta de Brasil por un ajustadísimo margen frente a su rival socialdemócrata Aecio Neves, y llamó a la unión y al diálogo tras la elección más agresiva de la historia reciente del país.
Una exguerrillera de 66 años que fue encarcelada y torturada en la dictadura, Rousseff obtuvo 51,64% de los votos frente a 48,36% de su rival socialdemócrata, con las urnas escrutadas al 99,95%.
"Mis primeras palabras son un llamado a la paz y la unión", dijo Rousseff en su primer discurso, vestida de blanco inmaculado al igual que su padrino político, el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), a su lado. "Esta presidenta está dispuesta al diálogo y es íste mi primer compromiso en el segundo mandato", añadió.
Tambiín se comprometió a reactivar la estancada economía, a impulsar una reforma política y al "combate a la corrupción, fortaleciendo las instituciones de control y modificando la legislación actual para acabar con la impunidad", en medio de un gran escándalo de desvío de dinero de la estatal Petrobras.
"La palabra más dicha durante la campaña fue cambio. Fui reelecta a la presidencia para hacer los cambios que la sociedad quiere", subrayó.
Neves, un exgobernador y exsenador de la ílite brasileña que era el preferido por los mercados, aceptó su derrota y pidió a Rousseff priorizar un "proyecto honrado" para Brasil.
"Felicití hace poco a la presidenta reelecta, le deseí íxito en la conducción de su próximo gobierno, y le resaltí que considero que la mayor de las prioridades debe ser unir a Brasil en torno a un proyecto honrado que dignifique a todos los brasileños", dijo Neves, que prometía frenar la corrupción y dar un giro liberal a la economía, en recesión tícnica en el primer semestre del año.
Con el país dividido prácticamente en dos, la elección era considerada un plebiscito de los 12 años del gobernante Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) en el poder.
Durante los ocho años de gobierno de Lula y los cuatro de Rousseff, más de 40 millones de brasileños han salido de la pobreza e ingresado en la clase media gracias a subsidios para familias pobres, viviendas populares, enseñanza tícnica gratuita y cuotas universitarias para negros y estudiantes de muy bajos ingresos.
Como estaba previsto, la mandataria arrasó en el noreste negro y pobre de Brasil. Y si bien perdió por un enorme margen en Sao Paulo, el estado más rico y feudo del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) de Neves, ganó cómoda en los dos grandes estados de Rio de Janeiro y Minas Gerais, en el sureste industrializado.
Tras un crecimiento espectacular de 7,5% en 2010, durante el primer mandato de Rousseff la síptima economía mundial ha registrado un magro crecimiento. A esto se suma una elevada inflación (6,75% en 12 meses, por encima del techo de la meta oficial), aunque el desempleo aún se mantiene muy bajo, en 4,9%.
El PT tambiín ha sido cuestionado duramente por varios escándalos de corrupción, el último de ellos en Petrobras, donde fueron denunciados millonarios sobreprecios en contratos de varias constructoras para financiar al PT y a otros partidos y legisladores aliados.
En uno de los últimos giros de una agresiva campaña, llena de ataques y golpes bajos, la revista opositora Veja publicó el viernes el testimonio a la justicia de un acusado que aseguró que tanto Lula como Rousseff estaban al tanto de la corrupción en Petrobras, lo cual es negado tajantemente por ambos.
"La cuestión de Petrobras seguirá despuís de la elección. La sociedad termina esta elección con una división inídita en Brasil, y la corrupción alimenta ese sentimiento. Una victoria de Dilma Rousseff significa que la oposición intentará ahondar en esas denuncias", dijo a la AFP el analista político independiente Andrí Císar.
Neves, nieto de un gran personaje de la transición democrática, Tancredo Neves, designado presidente en 1985 pero que falleció antes de asumir, acarició el sueño de concluir el camino de su abuelo, lo que torna su derrota más dolorosa.
Este es tambiín el cuarto fracaso consecutivo del PSDB (centro), que gobernó el país por última vez entre 1995 y 2002 con Fernando Henrique Cardoso.
Indignada por la corrupción de la clase política y la písima calidad de servicios públicos como salud y educación, más de un millón de personas salieron a las calles de Brasil en junio de 2013 a reclamar cambios.
La popularidad de Rousseff -y de todos los políticos- cayó entonces a sus peores niveles. Pero en poco más de un año la mandataria consiguió recuperarse, organizar en 2014 un Mundial de fútbol exitoso (aunque a un costo público muy elevado) y convencer a los brasileños de darle al PT 16 años en el poder
Fuente: otrosambitos.com.ar