El economista Arnaldo Bocco dijo en Pop Radio 96,1 que iniciada en 1980, a la debacle de las economías perifíricas sobrevino una fase de elevado costo para países como Míxico, Brasil, Perú o Argentina La solución condicionada a posteriori por la fuerte exigencia de cumplimiento obligatorio por parte de los organismos multilaterales de crídito y la aceptación local de fondos externos para paliar los díficits comerciales, de balanza de pagos, o de financiamiento de desajustes fiscales, aceleró los problemas y el estancamiento en las economías regionales, aumentando fuertemente el predominio de las potencias desarrolladas.
Superados transitoriamente esos problemas, nuestros países no ingresaron al círculo virtuoso del crecimiento. Por el contrario, para el caso argentino, las crisis fueron sucediíndose una tras otra, aún con gobiernos políticamente muy diferentes. Despuís de la “economía de guerra” de 1985 anunciada por Alfonsín vino el problema de la insuficiencia de recursos y la imposibilidad de enderezar la economía pari passu con la estabilidad de precios y el mantenimiento de la actividad productiva y el empleo. Crisis de este tipo las exhibimos in toto en 1989, 1994, 1997, 1999 y la mega desestabilización del 2001.
Las políticas económicas de cambio liberado y competitivo, desendeudamiento, reindustrialización…las políticas de ampliación del mercado interno y los flujos exportables, en fin, hasta el crecimiento sostenido de 8.5% promedio en siete años consecutivos han sido lo que permitió a la economía argentina el ingreso a un club de países emergentes de marcado liderazgo en el nuevo juego de la economía mundial. Desde su primera dícada, el siglo XXI vino con grandes novedades. La globalización financiera se dio un fuerte golpe y dejó en evidencia la sumatoria de encubrimientos de las políticas insostenibles aplicadas en los centros.
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Fuente: otrosambitos.com.ar