Alejandro Sabella, el exentrenador de la Selección argentina que logró el subcampeonato en el Mundial de Brasil 2014, falleció hoy a los 66 años, según indicaron allegados a la familia.
Sabella estaba internado desde el pasado 25 de noviembre en el Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, donde había ingresado para hacerse unos chequeos, pero en el interior del nosocomio contrajo un “virus hospitalario”.
“Pachorra” padecía una “cardiopatía dilatada secundaria a enfermedad coronaria y cardiotoxicidad”, según había informado el centro médico, que aclaró que cuando ingresó tenía un “shock cardiogénico e infección previa”.
El parte oficial de la clínica indicó que Sabella falleció a las 15.30 de hoy por una “cardiopatía dilatada secundaria a enfermedad coronaria y cardiotoxicidad de larga data”.
El ex entrenador de la Selección argentina consiguió el subcampeonato en el Mundial de Brasil 2014, y también dirigió a Estudiantes de La Plata, con el que logró la Copa Libertadores 2009 y el torneo Apertura 2010.
Luego del Mundial disputado en tierras brasileñas, Sabella había rechazado la oferta que le había hecho el entonces presidente de la AFA Julio Grondona de continuar al frente de la Selección, debido a los problemas de salud que ya lo aquejaban.
En 2015 sufrió un infarto que le produjo una notable reducción cardíaca -solo le funcionaba un 20 por ciento- y después logró superar un cáncer de laringe.
El estado de salud de Sabella se resintió tras el tratamiento que recibió para combatir el cáncer, ya que las drogas oncológicas le produjeron una merma en el rendimiento de sus riñones, por lo que debía someterse a sesiones de diálisis.
A la clínica en donde finalmente falleció, ingresó con una arritmia y una bacteria complicó su estado de salud, que era de por sí delicado.
Últimos años
El 13 de julio del 2014 en el Maracaná dirigió su último partido. Nada menos que la final del mundo en Brasil contra Alemania, que se escapó por muy poco (0-1). Poco tiempo después comenzaron sus problemas de salud.
Primero tuvo complicaciones coronarias que recrudecieron en este último tiempo; luego un cáncer atravesó su vida. Con la pandemia de coronavirus sus apariciones públicas fueron escasas porque era una persona de riesgo.
Las últimas veces en que se mostró fueron en una nota con Télam, en julio del año pasado, para recordar la gesta de la obtención de la Copa Libertadores; después estuvo presente el 9 y 10 de noviembre en las jornadas de la doble inauguración del estadio de Estudiantes y tuvo una nueva presencia pública cuando el “Pincha” presentó a su plantel en el estadio y se paró en el banco para dirigir al equipo del club contra los periodistas.
El 25 de noviembre, día de la muerte de Diego y luego de sentirse mal con una fuerte inflamación en sus piernas, su médico personal aconsejó internarlo en el Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, que días después ante una ola de rumores emitió un comunicado y calificó su estado de “pronóstico reservado”. Tenía una cardiopatía dilatada secundaria a enfermedad coronaria y cardiotoxicidad.
Los primeros días en la clínica del barrio de Belgrano fueron complejos, difíciles y en las últimas horas llegaron algunas noticias alentadoras: el viernes le había bajado la fiebre y pudo tener contacto con Silvana, su esposa; su hija Alejandra (que le dio la noticia que iba a ser abuelo) y Alejo, el hijo más chico de su último matrimonio, que se había recibido de economista.
Todo volvió a complicarse a última hora del lunes, cuando intentaron quitarle el respirador artificial pero no pudo respirar por sus propios medios y volvieron a asistirlo mecánicamente.
A las 15.30 se conoció la noticia de su fallecimiento. El mundo del fútbol lo llora y “su” Estudiantes de La Plata ya lo tiene en el pedestal celestial de sus dioses.