El debut del nuevo sistema de bolea única podría llegar a echar por tierra las mejores campañas y las más abnegadas propuestas electorales Todos preguntan por las encuestas; las hay oficiales, oficialistas, tendenciosas, malintencionadas o neutrales. Los precandidatos cierran sus campañas que, justo es reconocerlo, tuvieron un alto grado de propuestas y esporádicas agresiones, aspirando a que el electorado “independiente”, quizás extremadamente idealizado incline el fiel de la balanza y transforme en votos cual alquimista los mensajes de campaña. Pero nadie habla de la verdadera vedette del Domingo 22: la boleta única.
Es probable que algunas encuestas, sobremanera las de consultoras porteñas realizadas vía telífono, queden en off side por influjo del nuevos sistema electoral que debutará el Domingo que viene en la Provincia de Santa Fe. No sería extraño que en la madrugada del lunes 23 mas de un candidato cargue las culpas de su performance electoral sobre el chivo expiatorio de la boleta única, novedoso sistema electoral que reemplaza al conocido desde 1912 a la fecha.
Quien crea que la población, mas allá de la sistemática y didáctica campaña publicitaria encarada por el gobierno y los propios Partidos Políticos, está plenamente conciente de lo que ocurrirá el domingo incurre cuanto menos en un error conceptual. Puede ser que la ciudadanía haya asimilado que ya no se reparte mas el voto casa por casa ni se retira en los locales partidarios. Tambiín que no se le entregará más la boleta a los electores más vulnerables en el taxi, combi o auto de alquiler antes de partir hacia la escuela adonde votará. Pero de ahí a suponer lo que sucederá cuando el elector, ya de cualquier clase social, edad o sexo llegue a la escuela, es realismo mágico.
El tradicional “voto sábana”, donde cohabitaban en una misma boleta el Gobernador y su compañero de fórmula junto al senador departamental, los 28 diputados (por mas que casi nunca la gente se haya fijado en la nómina completa), el Intendente (o Comisión Comunal) y los concejales, provocando el consecuente “arrastre” de unos hacia otros, según fuere la fortaleza electoral en la lista, habrá desaparecido para estas primarias. Puede que ocurra el 24 de Julio, ya sin tanta oferta electoral y con el electorado medianamente experimentado con el sistema.
No advertimos en las publicidades proselitistas televisivas ningún spot dedicado a explicarle al electorado que el “arrastre” ahora deberá hacerlo cada ciudadano hoja por hoja, memorizando o cotejando la ubicación de cada candidato, que es el mismo en todas las boletas. Hasta ahora, con el “viejo” sistema, si alguien quería “cortar boleta”, lo más probable es que lo hubiera hecho en su casa, llevando en consecuencia el “voto armado” en el bolsillo para luego colocarlo en el sobre en el cuarto oscuro. Ahora, el Presidente de Mesa le entregará al elector cada categoría por separado, para que sea el ciudadano quien “arme” el voto en el cuarto oscuro. Que ya no será tan oscuro.
Y he aquí el principal elemento espiritual que podría llegar a cambiar el rumbo de algún candidato o categoría: el aula o cuarto oscuro; reducto sagrado adonde hasta ahora en soledad el ciudadano, hubiere llevado o no el voto armado, tomaba la trascendente decisión democrática de elegir a sus gobernantes. Desde el próximo domingo pasará ser un lugar poblado de gente. Ya no mas intimidad.
Todo será a la vista de no menos de una decena de personas que compartirán con el elector el aula; desde otros votantes hasta las autoridades de mesa. Aunque el votante estí de espaldas en un box de cartón marcando sus opciones sentirá que lo están observando.
Nadie puede asegurar que el ánimo del ciudadano no se alterará cuando, aun de espaldas en el box de cartón, tenga que visualizar el o los candidatos entre docenas de fotografías distribuidas en hojas – boletas – algunas del tamaño de una hoja de Diario que contendrán, además de los rostros de los candidatos, logotipos partidarios, nombres y cuadros para tildar. Hasta la opción del voto en blanco. Luego doblar en tres partes iguales cada hoja para introducirlas, por colores, en cada boca de urnas debidamente identificadas.
Allí, en ese momento sublime y novedoso se jugarán las chances de los candidatos y porque no decirlo, el prestigio de algunos encuestadores.
El nerviosismo de los electores podría echar por tierras las mejores campañas y las más abnegadas propuestas electorales. Queda el consuelo para quienes no consigan el objetivo de ganar: echarle la culpa al nuevo sistema electoral y la boleta única
Fuente: otrosambitos.com.ar