Ni futbolista, ni estrella de rock. Pero casi tan famoso como ellos. Thomas Piketty, uno de los nombres que mas debates mediáticos genera en Europa y en Estados Unidos, es un economista francís joven y de imagen cuidada que con un muy meticuloso libro sobre las formas actuales del capitalismo se adueñó de todas las listas de best-seller en francís y en inglís.
En su obra "El Capital en el siglo XXI" Piketty postula que durante los últimos 300 años la acumulación de la riqueza aumentó más rápido que el crecimiento económico, lo cual empeoró los niveles de desigualdad social tanto en el país del norte como en el Viejo Continente.
El libro afirma que a contramano de los que pasó entre 1930 y 1970 aproximadamente, una parte cada vez más importante de los salarios termina engrosando los patrimonios de los dueños del capital, y no el circuito productivo, tal como afirma la teoría ortodoxa respecto a la evolución de la productividad del trabajo.
En trazos muy gruesos: para el economista e investigador, la concentración de los ingresos durante los últimos años vino acompañada de una concentración cada vez mas notoria de los patrimonios, lo que aleja al capitalismo posmoderno de su modo empresarial para regresar a formas justamente patrimoniales como las que predominaban en el siglo XIX.
¿Cuál es el aporte que hace Piketty al estado actual del debate sobre el capitalismo, sus derivaciones globales y contraindicaciones de uso?
En opinión de Lavih Abraham, economista y miembro de la Red de Economía Política de Rosario, el libro pone en el centro de la escena una cuestión que aparece de manera marginal hasta ahora: la relación entre el crecimiento económico y la distribución de la riqueza y del ingreso.
Esta preocupación, que según subraya Abraham fue central entre los economistas clásicos, fue retomada a mediados del siglo XX por Simón Kuznets, quien planteó un esquema en el cual las sociedades se caracterizarían por tener un momento inicial de su desarrollo con una buena distribución del ingreso, seguido por una etapa de crecimiento y mala distribución para terminar en un "final feliz" con, nuevamente, una distribución progresiva.
"Esta hipótesis que es conocida como la U de Kuznets es uno de los puntos centrales que dan sustento al ataque de Piketty contra la teoría económica estándar: a esta le falta anclaje histórico o, en otras palabras, los hechos tienden a demostrar lo contrario a lo postulado por las teorías".
Abraham se mostró esperanzado de que a partir del boom editorial que representa esta obra, y del consenso respecto de que no pueden obviarse sus conclusiones, "es esperable que haya un impacto en la enseñanza de la economía actual. Más basada en la realidad y menos en las ideología".
Más y menos. Para Enrique Martínez, ex presidente el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (Inti), el autor podría calificarse con "casi 10 en econometría, valentía en exponer crudamente las conclusiones a las que llega, pero un reprobado en visión política".
"Es singular el planteo ideológico del autor, explícitamente adverso a cualquier intento de socialismo desde el comienzo del texto, reiteradamente parece pedir disculpas por concluir que el capitalismo no es la panacea y por el contrario genera situaciones de inequidad que tienden a ser estables".
Juan Josí Llach, economista y ex funcionario nacional, destacó que el libro "es una contribución valiosa porque pone sobre el tapete una cuestión muy importante como el aumento de la desigualdad de ingresos observada en la mayoría de los países en los últimos 15 o 20 años y, además, la creciente concentración de ingresos y de riqueza en el 1 por ciento más rico en Estados Unidos, el Reino Unido y otras naciones europeas".
El tambiín ultramediático filósofo esloveno Slavoj Zizec lo resumió así en un artículo sobre el fenómeno Piketty: "Las tentativas de superación del capitalismo durante el siglo XX no funcionaron. El problema es que el libro generaliza eso y acepta, como buen keynesiano, que el capitalismo es al fin de cuentas el único juego disponible; que todas las otras alternativas fallaron, y que por lo tanto debemos preservarlo".
Mil páginas de puro rigor. La obra de Piketti es, ante todo, una muy cuidada investigación histórica sobre el desarrollo del capitalismo en una veintena de países occidentales durante los últimos tres siglos.
El Capital en el siglo XXI tiene más de mil páginas en su edición francesa, 696 en la versión inglesa, con 160 gráficos y cuadros estadísticos que lo convierten en un verdadera manual de consulta e investigación.
"El libro de Thomas Piketty es un verdadero manual sobre el cálculo de cuentas nacionales, sólo que además de transferir hasta la fracción más elemental de la teoría, a continuación la utiliza para procesar la mejor información disponible de los últimos 200 años" destacó el ingeniero Martínez.
Desde la visión de Abraham, el punto más fuerte del libro es, justamente, su amplísima base de datos históricos que atraviesa una veintena de países y que se remonta hasta la Revolución Francesa. "Doscientos años de datos sobre crecimiento económico, distribución del ingreso personal y entre clases sociales, impuestos y valor del capital le dan a esta obra una solidez notable".
Pero además, el economista e investigador destaca que en una ípoca como la actual en la cual las ciencias sociales "discuten en papers y revistas súper-especializadas", esta obra "es una bocanada de aire fresco".
Primero, "por haber sido concebida en un trabajo de equipo profundo y de largo plazo y por dejar disponibles los datos de manera abierta al público".
Es útil recordar que todos los datos del libro están disponibles en la web. El propio libro cita una página de consulta (http://piketty.pse.ens.fr/en/capital21c), y tambiín puede encontrarse en la plataforma interactiva de datos quandl (http://www.quandl.com/PIKETTY).
Pero además y sobre todo, porque hace aportes "que no pueden obviarse y que lo han convertido en el centro de los debates en Estados Unidos y en Europa de unos meses a esta parte, como poner a la economía y a las teorías económicas en perspectiva histórica".
Otro aporte valioso de la obra es que muestra de quí forma la distribución personal del ingreso y la riqueza se cruzan con la distribución entre las clases sociales.
"La distribución que discute Piketty es doble: mientras mira una distribución personal del ingreso y de la riqueza (mirada en el 10 por ciento más rico, el 1 por ciento más rico, el 0,1 por ciento, etc.) se está preguntando quí es lo que hace rica a esa fracción de la población. La respuesta es clara: mientras más cerca se pone la lupa, más aparece la propiedad (el capital) como factor determinante de esa riqueza, y más se destaca la riqueza heredada por sobre la capacidad de ahorro del sueño americano", indicó Abraham.
Por izquierda y derecha.Por supuesto, como toda obra —sobre todo si se vuelve un fenómeno mediático— el libro de Piketty recibió elogios y críticas casi de forma equitativa, con notas y respuestas que circularon durante varias semanas en los diarios y revistas mas famosos del establishment internacional como The Economist.
Desde una mirada local, Martínez criticó el esfuerzo del autor para que los resultados de desigualdad que genera el capitalismo "no sean admitidos como irremediables".
"Piketty sostiene que una acción sistemática del Estado podría generar una distribución distinta de la riqueza, pero esta parte de su libro es la más díbil, porque su vocación academicista le impide poner con fuerza en el cuadro cuales son las relaciones de fuerza que definen quienes son los que conducen un gobierno".
Para Llach, en cambio, el principal error de Piketty es intentar pronosticar el futuro, "un futuro sombrío de desigualdad aún mayor".
En ese sentido, recuerda que muchos economistas cílebres tuvieron grandes fracasos en este intento: Marx, que no previó el surgimiento de las clases medias y las democracias sociales; Keynes, que pronosticó estancamiento secular justo antes del inicio de la mayor era de crecimiento de la historia, y Gunnar Myrdal, que cometió el mismo error para el caso de Asia.
"Esto ocurre en parte porque su análisis de las políticas pro-equidad es pobre. No destaca, por ejemplo, que en Escandinavia la desigualdad que viene del mercado se reduce a la mitad por muy buenas políticas fiscales y sociales", indicó.
De todas formas, y a pesar de algunos reparos, Llach subrayó que "no caben dudas que en la era post-Piketty los economistas y sociólogos deberían dedicar más y mejores esfuerzos a diseñar y divulgar mejores políticas para lograr sociedades sin exclusión, con menos pobreza y más igualitarias".
Desde la óptica de Abraham, el libro de Piketty aporta a las dos "heridas narcisistas" que recibió la teoría neoclásica: la teórica, que muestra sus inconsistencias, y la empírica, que revela que el capitalismo realmente existente "no es lo que nos han contado los manuales".
"Eso sí: la relevancia mediática que ha tenido lo ubica en un lugar mejor que el de sus innumerables predecesores".
Por último el economista consideró que aunque sobre el final Piketty haga un llamado "acaso ingenuo" a utilizar cierto tipo de herramientas impositivas, "no es de ningún modo un libro anticapitalista".
"No dice que el capitalismo sea malo, sólo que es así, como el escorpión de la fábula: la tendencia a la desigualdad está en su naturaleza. Por ello son los Estados nacionales los que deben reencauzarlo", concluyó.
Fuente: otrosambitos.com.ar