El subdesarrollo industrial, la desnacionalización de la economía, la escasa inversión, el atraso cambiario y la restricción externa son los problemas que más preocupan a Aldo Ferrer. El ex ministro de Economía y autor de los libros con los que se formaron varias generaciones de profesionales, participó en Rosario de una jornada de capacitación organizada por la Federación Gremial de Comercio e Industria y la Cámara Argentina de Comercio.
Antes de hablar ante un auditorio repleto, dialogó con la prensa sobre la coyuntura pero, fundamentalmente, sobre los problemas estructurales que impidieron convertir la dícada de alto crecimiento en desarrollo y los activos del modelo a cuidar más allá de las elecciones de 2015.
Ferrer saludó el acuerdo con el Club de París pero advirtió que no habrá que “esperar una lluvia de dólares”, consideró que el desendeudamiento fue una de las políticas activas más importantes de los últimos años y se quejó porque el gobierno no actuó a tiempo para enfrentar la falta de dólares derivada del retorno de los problemas de restricción externa. En ese contexto, consideró que la devaluación y la suba de tasas formaron parte de un “ordenamiento necesario para seguir adelante” y no de un “ajuste ortodoxo”.
Club de París. El economista estuvo en Rosario el mismo día en que se conoció el acuerdo con los acreedores nucleados en el Club de París. Consideró positivo “resolver un tema pendiente, que quedaba de la era de la reestructuración de la deuda, y que de alguna manera complicaba la obtención de algunos críditos e inversiones”. Saludó que se haya logrado sin la intervención del FMI. “Políticamente es importante, es una muestra de soberanía de primera magnitud, que tiene repercusión internacional”.
Advirtió, no obstante que “no hay que hacerse ilusiones” porque “no empezarán a llover los dólares” como consecuencia del acuerdo. Cuestionó, en ese sentido, a quienes “piensan que la inversión es la que viene de afuera”. Además de pedir prudencia en la vuelta al mercado financiero (“No hay que salir a tomar deuda como loco”, dijo), advirtió que el problema crónico de la falta de dólares para financiar el crecimiento de la economía obedece a problemas estructurales del país, que hay que resolver.
Restricción externa. El histórico cuello de botella que castiga el crecimiento con la falta de dólares volvió a aparecer “como consecuencia de que la industria argentina, cuando empieza a operar en condiciones de pleno empleo, genera un enorme díficit”. Esto se produce, opinó, porque “es una industria que no invierte en las actividades de frontera tecnológica”. De modo que “ cuando crece provoca un fenomenal díficit en autopartes, en productos electrónicos, maquinaria, equipos y productos químicos”.
A este problema se le sumó el díficit energítico. “Inicialmente el gobierno respondió a estos desequilibrios dejando atrasar el tipo de cambio y con un deterioro de la situación fiscal, que provocó un deterioro de las expectativas, que a su vez se expresaron en un aumento de la tasa de inflación, fuga de capitales y disminución de las reservas”, recordó.
Frente a este contexto, el gobierno reaccionó a principios de año, con el ajuste del tipo de cambio, el sinceramiento del indice del Indec, y anuncios sobr reducción de algunos subsidios.
Ferrer evaluó que ese conjunto de medidas alcanzó para tranquilizar a la plaza financiera, aunque apuntó que quedan “problemas de fondo” relacionados con la falta estructural de divisas.
“Creo que probablemente convenga la división del mercado, con un dólar financiero que permita entrada de capitales de residentes y el turismo, hay cambios que clarificarían el manejo del mercado”.
Ajuste. En la coyuntura, el economista se negó a equiparar la devaluación y la suba de la tasa de interís con los ajustes ortodoxos, que “consisten en provocar la recesión, vender el patrimonio nacional, abrirse incondicionalmente a los mercados externos”. La política instrumentada desde principios de año, dijo, fue parte de un plan plan realista, “un ordenamiento que consiste en poner las cosas en su lugar para defender los logros que este gobierno ha tenido”.
Tampoco consideró “catastrófica” la caída de actividad provocada por estas medidas. “No es como en el 83 ó el 2001, hubo un debilitamiento del consumo y es verdad que el gobierno no tiene muchos instrumentos para incentivar el gasto”. Por eso, dijo, “hay que esperar que el repunte venga del lado de las exportaciones y de un cambio de expectativas que estimulen la inversión privada”. Consideró que “estos elementos pueden estar operando a final del año o principios del que viene” y, en ese sentido, opinó que el acuerdo con el Club de París puede servir. “La salida dependerá de la habilidad del gobiernor para jugar estas cartas”, expresó.
Tipo de cambio. Para Ferrer, la devaluación de enero no fue “una imposición de los especuladores” sino de la realidad, derivada del atraso cambiario acumulado en años anteriores, que “no se podía sostener”.
El cuadro de incertidumbre provocado por la salida de esta situación, aseguró, sí terminó dando lugar a una especulación.“El gobierno fue realista cuando hizo lo que hizo”, dijo, pero se lamentó porque “no percibió a tiempo la aparición de la restricción externa y siguió operando con una politica de tipo de cambio sobrevaluado, tratando de frenar la inflación por esa vía, y tuvo una política fiscal expansiva”.
“Creo que el error de la política macro fue no percibir a tiempo el cambio de circunstancia”, dijo.
Más allá de 2015. Para el economista, el bajo endeudamiento externo del sector público es la principal conquista del modelo económico. “La deuda es lo peor que le puede pasar a un país, porque pasa a ser gobernado por los mercados financieros y el FMI, lo que ahora les pasa a los países europeos endeudados es lo que vivimos en carne propia, cuando vivíamos pendiente del riesgo país”, recordó.
Ferrer enumeró un conjunto de líneas de acción de la administración kirchnerista, como “el apoyo a la industria y la soberanía económica como conquistas a defender más allá del proceso electoral que se avecina”. Lo deseable, sugirió, es que “haya cierto consenso para resolver esotos problemas de corto plazo”.
“Hay que tratar de que esa democracia produzca, a partir de consensos básicos de los sectores mayoritarios, la soberanía, la industria nacional, el apoyo a la ciencia y tencología”.
Desarrollo. Esta estrategia debería, a su juicio, apuntar a remover problemas estructurales que impiden pasar del crecimiento al desarrollo. “La principal restricción es el subdesarrollo industrial, la industria cambia permanentemente por el progreso científico y tícnico, y si uno se limita a sustituir lo que hay, no sustituye lo que va a venir”.
Así, en la medida en que se recupera actividad industrial, se importa más. “Hay que sustituir a futuro, estoy planteando que hay que crear una terminal automotriz de capital argentino para integrar la cadena de valor, porque si no las filiales importan cada vez más”. Puso el mismo ejemplo con los productos electrónicos y los bienes de capital. “Este subdesarrollo provoca el agujero externo”, dijo.
Ferrer está por presentar un libro en el que analiza el desarrollo de las empresas en Argentina. En la cabeza de ese sector está gran parte de la explicación sobre el derrotero económico del país. “Hay un sector de pymes que tiene empatía con ideas de basadas en la densidad nacional y el desarrollo”, dijo. pero tambiín hay “grupos concentrados que cultivan el imaginario neloiberal, aunque muchos de ellos sean buenos industriales”.
“En toda Amírica latina el aparato productivo está en manos de filiales extranjeras. De las 500 grandes empresas, más de 300 son filiales y general el 40% del valor agregado nacional”, se lamentó.
Fuente: otrosambitos.com.ar